miércoles, 14 de agosto de 2013

El ladrón de tampax


   Eres un ladrón de esos que van al despiste en las piscinas, en busca de la chica que deja su bolso abierto de par en par mientras está tomando al sol en la tumbona, con las gafas de sol puestas y los ojos cerrados. Ves a tu presa, oteas el recinto para comprobar que no hay nadie observando y buscando a la vez la salida más próxima del recinto para asegurarte la huida. Lo tienes todo bajo control y te decides a acercarte, de una manera sigilosa pero disimulada, sin hacer ruido, como si fueses a pasar por allí de camino hacia algún otro sitio. Ves el bolso, de esos grandes, de mimbre, abierto, por el que asoman un monedero y un neceser, mientras que otra parte queda cubierta por un pareo. ¿Habrá un iPhone 5 debajo? O aún mejor, un iPad. Te sientas en la tumbona de al lado, y te aseguras que nadie mira. Te decides. Te inclinas hacia el bolso, metes la mano y coges aquello que siempre has deseado: UN TAMPAX. 
   Justo en el momento en que lo coges y lo sacas del bolso, la chica, que resulta ser Amaia Salamanca, abre los ojos y te sujeta la mano, quitándote el botín. Te mira a los ojos y tú le muestras tu sonrisa Profident. Te sonríe, y como castigo te introduce el tampax en el puño. Se empieza a acercar gente a ver la escena. Te enseña a ponerte el tampax, y tu, ojiplático y con una sonrisa que muestra hasta los colmillos, te das por satisfecho y aprendes la lección. Menos mal que no le has quitado del bolso el MICRALAX…

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