viernes, 27 de diciembre de 2013

lunes, 9 de diciembre de 2013

La culpa es de Tomás

El otro día comentaba mi amigo Tomas la variedad de turrones existentes en el mercado en la actualidad (citaba el turrón de tarta de San Marcos, el turrón de ron con pasas o el de ginebra con limón), cuando de toda la vida los turrones existentes han sido el duro y el blando, al que se agregó hace ya algunos años el turrón de chocolate.
Y tras esta reflexión me dio por ponerme a pensar, llegando a una conclusión irrefutable y real: los seres humanos somos gilipollas por naturaleza, y de vez en cuando, cuando tenemos la oportunidad de negocio a la vista, lo explotamos hasta la saciedad. Y cuando un producto está totalmente exprimido ya nos las ideamos para darle una vuelta de tuerca y zas!!! sacarnos de la manga un producto alternativo al original al que tenemos la desfachatez de calificar como mejorado. Y nos quedamos tan anchos. Os voy a poner algún ejemplo para que mi reflexión quede más clara.
Cuando me puse a pensar en esos productos que son resultado de nuestras ansias de vender lo que sea, saltaron varios a mi mente. Pero hay uno que si os ponéis a pensar ha sido uno de los engaños más fructíferos para estos visionarios, que ya está asentado como producto en el mercado y todo el mundo lo consume. Lo que pasa es que no leemos lo que compramos, y mucho peor, no analizamos con tranquilidad aquello que adquirimos en el supermercado. Porque, ¿a quién le saben a anchoa las aceitunas rellenas de anchoa? Sí, es un producto que a aceituna no sabe, ¿pero a anchoa? Pues tampoco. Probad, probad. Comprad una lata de aceitunas, una lata de anchoas e intentad hacer vosotros mismos el aperitivo. Veréis como no os sale igual. Lo primero porque cuando queráis comprar una lata de anchoas os van a soplar de tres euros para arriba, y una lata de aceitunas rellenas de anchoa os sale por poco más de un euro. Ya algo falla. ¿Y si no le meten a las aceitunas rellenas de anchoa anchoas, y le meten un sucedáneo de anchoa? Ahora que caigo, la próxima vez que vaya a comprar anchoas, compro una lata de aceitunas rellenas de anchoa, y con toda la paciencia de la que sea capaz me pongo a sacar los trocitos de anchoa, y por mucho menos precio tengo mis anchoas ya fileteadas y además unas aceitunas. ¿Qué beneficio tienen los pescadores de anchoas, si les tiene que salir más barato venderlas en lata y sin embargo son mucho más caras? Para meterlas en aceitunas tienen que comprar aceitunas, quitarles el hueso (esa es otra, con lo entretenido que es meterte una aceituna en la boca e ir mondándola poco a poco, dándole vueltas por la boca como si no tuvieses dientes, para ir acostumbrándonos a lo que nos espera dentro de unos años), pescar las anchoas, cortarlas y meterlas en las aceitunas. Y todo ese proceso es mucho más barato que meter las anchoas en una lata. Pues que me lo expliquen.
Otro de los productos estrella son las patatas fritas sabor jamón, que a jamón no saben, pero en un momento de gusa pues te las acabas comiendo. No nos engañemos, de jamón las patatas tienen lo que yo de astronauta. Entonces es cuando llega el típico gilipollas que dice: “pues dan el pego”. A ti sí que te pegaba yo, pero con el jamón que han utilizado para hacer las patatas. “No, es que someten a las patatas a un tratamiento de vacío con aroma a jamón para que absorban todo el sabor” Y el aroma del jamón lo extraen de jamones Joselito o Cinco Jotas, no te jode. Vacía tienes tú la cabeza por creerte todo lo que te dicen. Las patatas fritas con sabor jamón tienen de jamón el color que le ponen a la bolsa. Y ya.
Pero bueno, como no os quiero cansar con mis idas de olla os voy a ir dejando, con el aviso de que a partir de ahora, por favor, leáis aquello que vais a comprar antes y analicéis el contenido del producto. Me piro al Mercadona que creo que han sacado un producto de esos a los que les ponen el cartel de ¡NOVEDAD! y todo el mundo pica. Creo que son mejillones con nocilla…